Del ébola en realidad nunca se escapa. Ian Cozier, médico
estadounidense que fue contagiado mientras
trabajaba en Sierra Leona, ingreso en el hospital meses mas tarde con una
fuerte presión en el ojo y dolores en las articulaciones.
Con la posibilidad de estudiar a un gran número de supervivientes,
se han ido determinando ciertos patrones de las secuelas que deja el ebola en
quien consigue zafarse de ella. El dolor crónico, las cefaleas y los problemas
oculares son los problemas físicos más habituales; alrededor del 40 % presenta
dolor ocular, inflamación, visión borrosa y puntos ciegos en el campo visual. Además
en casos concretos se ha llegado a la pérdida total de visión y audición.
El interior del ojo está protegido en su mayor parte del
sistema inmunitario para evitar posibles inflamaciones que afecten a la visión.
Sin embargo, esta protección, denominada privilegio inmunitario, puede en
ocasiones convertir el interior del ojo en un santuario para los virus, ya que
ahí pueden replicarse a sus anchas. Los testículos también gozan de ese
privilegio inmunitario razón por la que el virus del ébola
puede sobrevivir en el semen durante meses. El ojo de Cozier, estaba lleno del
virus. El estadounidense acabo con una perdida casi total de la vista y parcial
de la capacidad auditiva.
He elegido esta noticia porque creía necesario recordar que
aunque el ebola no haya afectado últimamente a los países desarrollados, sigue presente en países africanos como Sierra
Leona. Que no ocurra delante de nosotros
no quiere decir que haya desaparecido, todavía ni hay vacuna para evitar el
contagio. Me ha parecido una noticia muy
importante y me ha conmovido saber que, después de haber sobrevivido a la
mortal enfermedad , los afectados sufran secuelas que condicionaran el resto de
sus vidas, tan terribles como la pérdida de visión y audición .
No hay comentarios:
Publicar un comentario