Bacterias modificadas genéticamente ya son capaces de producir combustibles, plásticos, insulina para diabéticos, hormonas del crecimiento, antibióticos e incluso vacunas. La más habitual es la Escherichia coli, tan fácil de modificar genéticamente que su fabricación solo se ha retrasado por el temor a fugas al medio ambiente.
Dos equipos científico están trabajando por separado para impedir que esta bacteria sea capaz de sobrevivir sin unos nutrientes artificiales que no existen en la naturaleza.
Hay temor a que se produzca una invasión al medio ambiente o a que mezclen su ADN con otras especies, aunque hasta el momento no se haya dado, se pide una especie de ingeniería de seguridad por adelantado.
Un experto español indica que los cambios genético realizados en la bacteria hacen muy difícil su viabilidad en el medio ambiente a pesar de que la bacteria realice recombinaciones de ADN.
De momento este método se reducirá a microorganismos.
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